miércoles, 28 de junio de 2017

Mi ventana

Todas las mañanas, desde que no estás cerca...
todas, sin excepciones,
                                                                nada más despertar
                                                                       voy a mirar por mi ventana.

Sí, lo hago todos los días desde que te fuiste.
Te preguntarás para qué.
Hasta yo me lo pregunto, a menudo.

No obstante, no sabría dar una razón ni lógica, ni acertada.

A veces, creo que es una manera de buscarte, de sentirte más cerca.

Cuando despierto y voy a mirar por mi ventana, 
              recorriendo los mismos cinco pasos que tú, 
                                              te siento en casa de nuevo.

Y creo que cuando lo hago lo único que busco 
es conocerte más y me paso un buen rato
buscando qué es  lo que tanto te gusta
de estas vistas, tan corrientes, que hay en mi ventana.

Creo que lo único que hago al mirar por la ventana
es preguntarme por qué
te gustaba tanto pasar ratos
observando el exterior invernal del que nos refugiábamos 
mientras yo desprendía el calor de la primavera de Mayo,
suficiente, para aliviar nuestro gélido Enero...

Hay días que veo lo que hay a través de mi ventana
               y te mando una foto adjunta a tus buenos días
                    para que esboces esa sonrisa nada más despertar
como cuando me sonreías a mí cuando volvías de mirar por la ventana.

Siempre he creído en (tu/la) magia
                           y creo que, realmente,
                               lo que hacías al mirar por la ventana
                                   era comprobar que todo seguía su ritmo
                                              que podías tumbarte un poquito más a mi lado.

Sólo comprobabas que el mundo seguía en pie,
que tu magia no era necesaria fuera, pero sí dentro.
Y, por ello, volvías a mi lado          
a que te mimara, un ratito más
para tener magia para todo
lo que podía ser el día.
Aunque, quizás, sólo fantasee o te quiera más de la cuenta...
la verdad, es que no lo sé.

Sólo sé que espero impaciente a que vuelvas,
                        a que duermas de nuevo en casa
                                                y mires por mi ventana
                                                    para dejar de hacerlo yo.
















miércoles, 14 de junio de 2017

Me (mal)acostumbré

Ahora, desde que no estás cerca,
leo con la cortina echada 
y en silencio.

Me (mal)acostumbré, supongo,
a leer mirándote en mi ventana.
Me (mal)acostumbre
                     a leerte en voz alta mientras estabas a mi alrededor.                  
Me (mal)acostumbré
a leerte cuando te tumbabas y me usabas de almohada.
Me (mal)acostumbré 
a mirar como analizabas letra a letra todo lo que te leía,
sobre todo, si eras la protagonista.
Me (mal)acostumbré
a poder leerte todo lo que te escribía, cuando lo hacía.
Supongo que me (mal)acostumbré
a tenerte cerca para todo en poco tiempo.

Sólo a una loca se le ocurre acostumbrarse a ello, pero no quisiera ser una cuerda...

Las cuerdas atan, y yo,
             yo te quiero libre
                     que vueles y que
                             pudiendo estar
                                 en cualquier parte del mundo...
siempre prefieras volver a casa.

No te quiero pedir eternidades,
ningún ser humano puede darla
así que tú tampoco; 
y no te lo voy a pedir.

Sólo te quiero pedir minutos.
Y quiero que me regales minutos
de sonrisas,
de abrazos,
de mimos,
de "te quiero" con la mirada,
de cabreos (de vez en cuando, por equilibrar)...
Me (mal)acostumbré
a observar cómo lo hacías todo                    

Eso también me hace feliz, como
tu forma de comprobar que el mundo sigue en su sitio por las mañanas
tu forma de reírte a carcajadas inundando de felicidad todo
tu forma de hablar mimosa
tu forma de tomar café
tu forma de vestirte
tu mal genio
la sonrisa en tus ojos..
Definitivamente, 
me malacostumbré a ti,
es decir, a quererte a ti
y hacerlo de cerca.





















miércoles, 7 de junio de 2017

El efecto del café

"Verte tomar café es como 
ver los primeros rayos de sol
tras una noche en vela
esperando al amanecer"
Hay pocas cosas que hagan brillar tus ojitos miel de forma que me de hasta envidia...

El café es una de ellas 
y es tal el sentimiento que me provoca tu reacción cuando tomas un buen café...
que no soy capaz de privarme de verte tomarlos.

No sé si podré hacer que lo entiendas y tampoco sé si algún día seré capaz de reflejarlo como me gustaría porque hay cosas que hay que sentirlas para entenderlas; hay que verlas  para darles formas... y esta es una de ellas.

Cuando coges tu café con tus manitas y lo notas caliente...
          empiezan a despertarse tus nervios y puedo notarlo sólo mirándote los ojitos.

Luego le pones su respectiva sacarina o azúcar y
           lo mueves con mimo hasta que se disuelve en tu café.

Después con esa delicadeza de pajarito que posees,
te lo acercas a los labios y lo pruebas.

Dos opciones:
1. No te gusta y se acabó la magia.
2. Te gusta y la magia continúa con
cada trago y se te escapan todo
el tiempo valoraciones sobre lo   
bueno que está.

Y es que no puedo explicar cómo te iluminas
                                  cuando ves tu amado Starbucks y no te castigo con un:
"Ya está bien de café por hoy".

Creo que el café es parte de tu esencia, 
tanto que es lo que se encarga cada mañana de despertar tus nervios
esos a los que yo luego tengo que calmar.

Si fuera egoísta...
si no te quisiera tanto como lo hago...
te daría café siempre que lo pidieras porque es para mí un regalo
ver con la felicidad y delicadeza con la que te tomas tus cafés.

Aunque depende del café que sea...

El primer café de la mañana es el que te empieza a despertar 
y hace que se te quite la carita de recién levantada 
que tanto me gusta
El segundo café te va poniendo a tono
y tus nervios se van despertando poco a poco.

Y el tercero... es el que termina de activarte
del todo para empezar el día

Comprarte café es como regalarle a una niña pequeña sus golosinas favoritas...
es asegurarme que vas a esbozar una de esas sonrisas que me salvan los días...
es como regalarme un libro a mí...

Por ello te hice la foto bebiendo café porque, cuando lo bebes,
                            tu magia resplandece todo e iluminas aún más el mundo.

En definitiva, verte beber café es para mí un regalo.
Y puede que cualquier otra persona no lo vea
pero es que a los otros tu felicidad no 
hace la suya.
Sin embargo, a mí, tu felicidad
me hace feliz.