miércoles, 20 de diciembre de 2017

Cuestión de pertenencia




Jamás le pertenecerás a nadie
porque sólo puedes ser mío.

Te aseguro que pueden pasar mil tías más, 
que te puedes enamorar, 
que puedes jugar con alguna que otra más, 
que podrás dormir en otra cama, 
soñar con otros cuerpos, 

podrás, incluso, besar otros labios...

Y aún así, siempre serás mío.


Siempre serás mío ... 
   porque nadie como yo sabe hacerte feliz, 
nadie como yo te ama, 
nadie como yo sabe besarte. 

Y seguirás siendo mío aunque no te des cuenta 
y la razón es fácil 
no es porque te ame o me ames 
porque no te ame 
o no me ames...

Esto nada tiene que ver con nuestro soneto favorito de Neruda. 

Pero siempre serás mío porque mi corazón está en tu pecho latiendo arrítmico. 
Arrítmico porque tu corazón está en mi pecho latiendo sin ton ni son, 
porque cuando dos corazones se pertenecen...

No hay montañas, ríos, océanos ni continentes que pueda cambiarlo.

Así que, cuando quieras, ven, 
que aquí está tu sitio.

miércoles, 13 de diciembre de 2017

guerra y paz


¿Cómo se puede ser guerra y paz a la vez?

Eso es lo que me pregunto desde la primera vez que te vi dormir.

Cuando estás despierta, normalmente, eres un torbellino imparable.

Cuando esos nervios tuyos se activan no es fácil conseguir calmarte... 
aunque yo conozco remedios para ese nerviosismo que llevas dentro.

Eres un no parar incansable con energía para agotar a un regimiento entero.


E insisto, tengo mis claves para frenarlo, 
aunque, a veces, no son suficientes.

Para entender la otra cara de la moneda es necesario verte dormir.

Hace falta verte dormidita para entender cuál es el verdadero significado de la paz.

Como dijo Mónica Gae sin conocerte, pero hablando de ti:


"El día en que la veáis dormir entenderéis 
de que van los tratados de paz".

Y no vamos a hablar ahora de la manía de muchos poetas de hablar de ti sin conocerte...

Pero verte dormir es comprender la calma y la paz.

Sólo hay que ver tu carita de tranquilidad 
con tus ojitos cerrados y tus nervios descansando 
para entender que si te vieran así no existirían guerras ni conflictos.

Y puedo llevarme horas hablando 
de cada vez que me despierto antes que tú 
y pido que tardes en despertar 
para poder disfrutar de la paz de verte dormir.

Aún así no es una cosa fácil de conseguir.

Yo soy tan afortunada que no sólo te he visto dormir, 
también he visto cómo sonríes y quieres mientras duermes.

Dormida, de repente, te aferras a mí, 
como un koalita y cuando lo haces, sonríes y eso...


Eso es felicidad pura.

Y yo, cada vez que lo haces, 
entiendo que hay formas y formas de querer 
pero que la tuya es única.

Cada vez que te veo dormir entiendo 
que después de la guerra 
siempre viene la paz 
y que no hay mayor suerte 
que tenerte 
(sobre todo, 
tenerte cerca).

Fotografía de Miriam Castañeda







miércoles, 6 de diciembre de 2017

Dos opciones

Ansío que algún día me confieses por qué no llegamos a ser.

Que me reproches todas mis cagadas.

Que te enfades conmigo y me grites hasta que me quede sorda 
cuándo empecé a estropearlo todo.

Que me mires a los ojos, sin miedo, 
y me enumeres una a una todas las cosas que odies de mí.

Que sueltes todo lo negativo.

Que me tires encima todo lo que te he restado 
mientras lo que quería era multiplicarte.

Después quiero que me dejes contarte que todo lo hice siempre por ti.
Pero por ti, 
sin pensar en mí 
y sólo queriendo 
hacerte feliz.

Te prometeré que siempre buscaba lo mejor.

Y es que dicen que el camino al infierno está hecho de buenas intenciones... 
Y yo me temo que lo construí yo entero.

Finalmente, te propondré dos  opciones:


1.- te quedas conmigo y luchamos contra todo.

2.- te marchas y ya veo yo como sigo sobreviviendo.