sábado, 31 de enero de 2015

Llega un momento

‹‹Dios aprieta, pero no ahoga››, y cuán cierto que es...
No te estoy diciendo que te hagas religioso, no va por ahí el tema, presta atención.
Llega un momento en la vida en el que lo has pasado mal, que has estado triste, abatido, destrozado...
Puede incluso que hayas perdido la confianza en las personas, hasta en la que no conoces, porque gente que creías conocer te han fallado, de manera desorbitada, y ahora no crees ni en ti.
Lo cierto es que la vida es como una niña caprichosa que juega a poner y a quitar gente en tu camino...
Y lo que creías que era una pérdida, resulta que, si lo comparas con lo nuevo, es una ganancia. Te das cuenta de que hay gente que vale realmente la pena, mucho más que la gente que se ha ido de tu vida, al igual que te das cuenta de que quieres más a los de siempre, los que siempre han estado ahí; ‹‹porque los de siempre nunca fallan››
Pero los nuevos, no todos, pero sí los que merecen la pena, intentan quererte y que les quieras, te quieren hacer ver que no te van a fallar, cultivan tu cariño para recogerlo, hacen lo imposible por una sonrisa tuya, y demás. 
Pero al fin y al cabo, en ese momento, en ese instante en el que te das cuenta de todo esto, es cuando dejas de estar mal, acaba tu descenso y empieza tu subida a la montaña rusa. 
Pero tu pregunta es: 
¿Cuánto voy a durar subiendo? 

Pero debes saber que a eso no puedes responder. 
Yo a eso no puedo darte respuesta 
Resulta que para eso no hay más respuesta que vivir y ver hasta donde llegas esta vez.

martes, 20 de enero de 2015

Esa gran mentira que dice: "Quien bien te quiere, bien te hará llorar"

¿Sabes que pasa? 

Que llega un momento en el que te das cuenta de que te equivocas, sí te equivocas, todos lo hacemos, no te ofusques conmigo.

Te equivocas porque estás sufriendo por alguien que no merece la pena. 
No te ofendas. 
Déjame explicarme, ¿vale?
Veamos, quien realmente merece la pena y por quien sí que está justificado sufrir son esos que siempre han estado ahí, tu familia y amigos, muy íntimos (hoy día hay quien llama amigo hasta al aire), pero estas personas valen tanto que no te van a hacer daño.
No van a causarte sufrimiento, por lo que si alguien te lo causa, creeme no merece ni medio segundo más, ni un intento de pensamiento, en serio.
Yo sé de sobra que eso no lo puede uno controlar al 100%.
Es imposible, no puedes elegir no sufrir por alguien, desgraciadamente, pero si puedes elegir darte cuenta que es solo una pérdida de tiempo, que vales mucho y que hay mucha gente que te quiere y adora verte sonreír, porque todas las sonrisas son preciosas y la tuya no va a ser menos.
No les niegues verte sonreír, por favor, anímate y trata de no sufrir innecesariamente, vales más que eso, más que esos que te han hecho sufrir, sal adelante.
Así que píntate una de tus mejores sonrisas y verás que así, con una sonrisa, todo mejora.
Y creeme, si te lo propones el mundo es sólo tuyo.

miércoles, 14 de enero de 2015

Para ahí, sólo un momento

Tú, sí te digo a ti, no mires atrás que no hay nadie más, te hablo ti, a quien está leyendo esto, que sí que es a ti, bueno a ti y a todo el que lo lea, párate un momento, no te voy a quitar mucho rato, sólo te voy a hacer reflexionar un poco.

Verás, hay momentos en la vida que son un declive: 
una bajada en picado desde la cima más alta de la montaña, 
a mí me gusta decir que la vida es una especie de montaña rusa.  

Me explico: 

estás bien - estás mejor - eres feliz - estás muy feliz - felicidad inmensa 

y, de repente, empieza

a funcionar algo mal - estás raro - estás confuso (porque no entiendes qué pasa) - melancolía - tristeza - tristeza grande

y cuando llegas al fondo llega un momento en el que vuelve a suceder.

Vuelve a aparecer algo que consigue hacer que empieces a estar bien y, entonces vuelves a subir, lo malo es que al subir, llega un momento en el que vuelves a bajar.
¿Qué quiero decir con esto?

Sólo trato de explicar el por qué esas rachas malas y buenas, nadie se queja cuando son buenas, pero si nos quejamos por las malas, es obvio.
La vida tiene dos lados y, por ello, hay felicidad y tristeza, alegría y sufrimiento. 

Por desgracia, no podemos ser siempre felices, la vida no tendría sentido y no valoraríamos, no sabríamos lo gratificante que es esa vuelta al bienestar después de una bajada de la montaña rusa que es esta vida.

Pero, como en toda montaña rusa, hay subidas y bajadas, más grandes o más pequeñas, y eso depende un poco de tu fuerza y de tu capacidad de salir adelante.

Realmente lo que quiero transmitir es que en las malas no olvides que las hubo buenas y que llegarán mejores después, y no olvides que tú puedes tomar el mando de tu montaña rusa para subir todo lo que puedas y bajar lo menos posible.
Esa es la verdadera clave.

viernes, 9 de enero de 2015

Instantes, a solas

Cada día se tienen un par de minutos, horas, tal vez, en los que sólo estás tú.

Quizás estás rodeado de gente, 
gente que no conoces, 
por tanto estás tan solo como si no hubiera nadie cerca 
y te sientes tú, al 100%, 
la parte original de ti.

Te pones música para ahuyentar cualquier pensamiento dañino, 
esos demonios que todos tenemos dentro. 

Echando una ojeada a tu alrededor notas que nada de lo que te rodea te importa
y que tú no les importas a ellos.

Ves sus miradas perdidas en algún sitio que no es ahí.

De repente ves tu reflejo y ves que no te diferencias en nada a ellos.

En ese instante, notas que tú también pareces fuera de lugar. 

Ahí es cuando notas y sientes tu verdadero yo. 

Ahí, cuando te miras fijamente, de frente, a ti mismo, 
dándote cuenta de que te has evadido de la vida real, 
que no estás ni física ni psíquicamente en el mismo sitio.

Ahí es cuando te sientes tú. Y te gusta sentirte así. ¿A quién no?

martes, 6 de enero de 2015

La procesión se lleva por dentro

Lo malo de llevar siempre la procesión por dentro, es que llega un momento en el que no puedes estar solo.
No puedes, porque cuando lo estás tus demonios te devoran.
Tus demonios salen de donde los tienes escondidos. 
Salen para comerte poco a poco, para torturarte una vez más, entonces...
Entonces no te queda más remedio que tratar de ser fuerte, intentar volver a agarrarlos, tratar de pararlos, pero ya no puedes.
No puedes porque ya eres débil y ellos no están dispuestos a darte una tregua y entonces te das cuenta.
Sí, te das cuenta de que tus demonios son solo culpa tuya, que los tienes dentro porque te empeñaste en encerrarlos para dejar pasar el asunto o para olvidar algo, sin percatarte de que así sólo conseguías ir aumentando tu dolor.
Un dolor realmente desgarrador, un dolor inevitable, un dolor que cada vez soportas menos.
Pero ya no tiene solución, tú elegiste tener dentro esos demonios, por lo que fuese: por evitar un conflicto, por evitar lágrimas. Llevándote la peor parte, para variar.
Pero no todo es tan oscuro, y aunque estés débil aún los puedes combatir, claro que puedes, rodeándote de sonrisas, de cariño, de amor, de momentos bonitos, de las cosas buenas que te suceden, guardando todo esto junto a los demonios los mantienes callados.
Pero mi intención tampoco es engañarte, los demonios, son lo que son y salen por mucho que lo intentes mantener callados y quietos, llega un momento en que se aburren y salen.
Y cuando salen, no puedes hacer nada.
Cuando salen es demasiado tarde.

domingo, 4 de enero de 2015

Cuidado, con lo que sientes

Los sentimientos juegan malas pasadas a los que sienten.
Te hacen sentir bien, o te hacen sentir mal:

¿De qué depende? 

Depende del aire, de la compañía, de la música... 
Depende de ti, no depende de nadie, de todo y de nada.
Los sentimientos nos enloquecen, nos hacen buenos o malos, 
nos hacen actuar o quedarnos quietos... 

¿Y quien soy yo para analizarlos? Nadie.

Estoy harta de sentimientos, me cabrean.
A veces los odio otras no.
A veces me hacen odiarme a mi misma, son mi peor enemigo y mi mejor aliado.

Me contradigo, ¿verdad?, culpa a mis sentimientos. 

Son los que me hacen ser buena y querer ser mala. 
Son, en definitiva, lo que hace que todos nos hagamos líos y que todo sea un lío, o no.

viernes, 2 de enero de 2015

Piérdete

A veces estás cansado.


A veces no sabes qué tienes que hacer, no sabes qué palabras son las más adecuadas para decir.

A veces, te sientes mal, te han hecho daño, estas totalmente devastado, no sabes qué tienes que hacer para seguir adelante...


En ese caso... 


En ese caso piérdete. 
Deja eso atrás. 
SALhuye de tus pensamientos. 

HUYE, huye de ti mismo. 

Sólo escápate, no importa la hora, no importa a donde ni de donde.

Piérdete donde sea. 

Deja atrás todo. 
Se sólo el tú, sin pensamientos. 
Mira el cielo, contémplalo, maravíllate con él. 

Siéntete mejor que nunca, aunque las circunstancias no sean apropiadas. 

Siéntete bien, no porque lo merezcas o no, 
sino porque ya es tu turno.


No puedes parar el tiempo, pero tampoco malgastarlo.


Pase lo que pase hay que exprimir el tiempo, nunca se sabe que va a ocurrir dentro de un minuto, quizás en ese lapso de tiempo dé un giro de 180 grados tu vida...

¿ Y qué? 

Tú estás empezando a disfrutar de tu propia compañía, 
sin preocupaciones, 
sin nada. 

Haz lo que te apetezca, siempre, lo que quieras; aunque para ello tengas que huir y perderte. 


En definitiva, quiérete y deja que las cosas sucedan por sí mismas, 
aunque esas cosas te duelan...
pero cuando te duela, 
ya te he dicho,

 que sólo tienes que perderte.