Yo estoy enamorada de mi suerte, pues tengo toda la suerte del mundo.
Tengo tres angelitos y están en la Tierra, no en el cielo.
Tengo tres angelitos que me abrazan en los peores momentos.
Tengo tres angelitos que convierten en hogar cualquier lado en el que estén juntas y conmigo.
Tengo tres angelitos que crean los mejores recuerdos y los sentimientos más verdaderos que este corazón puede sentir.
Tengo tres angelitos y se me llena la boca hablando de ellas porque no hay nada que me haga sentir más orgullosa en este mundo.
Tengo tres angelitos por las que muero o mato.
Tengo tres angelitos y no podían ser más ni menos porque se complementan la una a la otra, porque cuando están conmigo nada nos falta.
Una de mis tres ángeles es callada, observadora, paciente y perfeccionista. Aunque también es dormilona, pavita y sensible.
Ella con sus grandes ojos, su larguísimo pelo negro, sus paseos en toalla tras la ducha y sus camisas de rayas.
Ella con ese corazón y esa sonrisa fue la primera en entrar en mi vida de las tres...
Aún recuerdo como me saludaba antes de conocerme cada vez que me veía como si supiera ya que nuestras vidas estarían unidas para siempre.
Otra es tímida, alegre, inquieta, curiosa y fuerte. Aunque esta es mi madre, mi hermana y mi hija a la vez, es la que más me riñe, la que siempre sabe mejor cómo me siento y qué necesito.
Ella es una casualidad del destino que nos quiso unir en un autobús en Francia.
Ella que es grande y dura no sabéis qué corazón tan tierno tiene.
Ella con su altura, sus rizos, su pasión por el deporte y las estrellas.
Ella con su infatigable lucha por llegar a ser quien quiere ser.
Aún recuerdo aquel autobús que nos unió sin esperarlo y aquellas llamadas diarias en las que hablábamos horas y horas sin darnos ni cuenta.
La que falta, no es menos importante en absoluto, es fuerte, decidida y madura, a la vez que risueña, dormilona y achuchable.
Ella que es tan chiquita y tan grande a la vez.
Ella con sus abrazos y sus tonterías que hacen de la vida algo mucho más gratificante.
Ella que me perdona siempre que me duermo con las pelis.
Ella con una sonrisa tan grande que podría mudarme allí a vivir y con un corazón más grande que ella entera.
Aún recuerdo cuando me tenía miedo y huía de mí; aún recuerdo nuestro primer abrazo, ese que nos dimos sin saber que nos uniría para siempre.
Son mis tres ángeles, cada una es de una manera, pero todas son preciosas y necesarias.
No me faltéis angelitos míos.
Os quiero, esté, estéis o estemos donde quiera que sea.
-NRG
-RDG
-MRM
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