‹‹Dios aprieta, pero no ahoga››, y cuán cierto que es...
No te estoy diciendo que te hagas religioso, no va por ahí el tema, presta atención.
Llega un momento en la vida en el que lo has pasado mal, que has estado triste, abatido, destrozado...
Puede incluso que hayas perdido la confianza en las personas, hasta en la que no conoces, porque gente que creías conocer te han fallado, de manera desorbitada, y ahora no crees ni en ti.
Lo cierto es que la vida es como una niña caprichosa que juega a poner y a quitar gente en tu camino...
Y lo que creías que era una pérdida, resulta que, si lo comparas con lo nuevo, es una ganancia. Te das cuenta de que hay gente que vale realmente la pena, mucho más que la gente que se ha ido de tu vida, al igual que te das cuenta de que quieres más a los de siempre, los que siempre han estado ahí; ‹‹porque los de siempre nunca fallan››
Pero los nuevos, no todos, pero sí los que merecen la pena, intentan quererte y que les quieras, te quieren hacer ver que no te van a fallar, cultivan tu cariño para recogerlo, hacen lo imposible por una sonrisa tuya, y demás.
Pero al fin y al cabo, en ese momento, en ese instante en el que te das cuenta de todo esto, es cuando dejas de estar mal, acaba tu descenso y empieza tu subida a la montaña rusa.
Pero tu pregunta es:
Pero tu pregunta es:
¿Cuánto voy a durar subiendo?
Pero debes saber que a eso no puedes responder.
Yo a eso no puedo darte respuesta
Yo a eso no puedo darte respuesta
Resulta que para eso no hay más respuesta que vivir y ver hasta donde llegas esta vez.
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