Anoche, mientras bailaba en un antro, como siempre he hecho, te vi.
Pero no eras tú, sino tu recuerdo.
Por un momento, quise volver a sentir cómo nos fundíamos en un mismo son.
Recordé esa manera tan peculiar que tenías de agarrarme la cintura para que la armonía reinara en nuestros pasos.
Pero, después, me pasó que oí tu voz en mi mente.
Oí la melodía de tus palabras sonar de nuevo en mi mente.
Pero las palabras que me gustaba oír, las de amor.
No las palabras de reproches o de mentira que no me gustaban recibir.
Mientras paseaba por la calle, te olí, olí tu aroma a mi alrededor.
Recordé cómo ejercía un poder hipnótico en mí.
En ese momento te busque es mis alrededores, pero no era más que otra persona que trataba de suplantar tu olor.
También me pasa que no puedo pasar por ciertos lugares.
Ya que en ellos, me inundan recuerdos que están en mi mentey no deben salir de sus sitios.
De hecho, me arrinconan y no hay escapatoria.
Y, así, una larga cadena que me lleva a almacenar cientos de sensaciones, recuerdos, experiencias que ya, al fin y al cabo, no me llevan a ningún lugar.
Cientos de cajas de recuerdos y pensamientos que me han hecho crear una especie de diógenes emocional de la que no soy capaz de salir.
Espero no quedarme atrapada dentro de esta maraña
y que alguien me saque de aquí, pronto.
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