miércoles, 11 de mayo de 2016

La historia en la historia

Permíteme confesarte un par de cosas, Apolo:

Quizás, aún no te has dado cuenta, y deba pedirte que vengas al encuentro de Dafne. 



He de decirte, amor, que pareces no ver lo que mis torpes ojos ya veían hace siglos.
Perdóname si prefiero que no seas un Zeus pues, el todopoderoso del rayo, no sabía amar.



Perdóname a mí por no llamarme Perséfone para evitar que seas el dios del inframundo. 


Por ti, quise ser Helena, ninfa, musa...
pero tú, Paris, culpable de la batalla más recordada en la historia; 
tú también eres culpable de secuestrar mi corazón.

No te pido que seas emperador ni conquistador.


Y es que, me atrevo a afirmar que eres responsable de las cosas más bellas del mundo.

Sin embargo, levantas más misterios que la sonrisa de mi amiga Mona Lisa.
Me embrujaste como lo hizo Felipe el hermoso a Juana de Castilla.

No te pido que me dediques los mejores versos de la pluma de un poeta como Neruda, 
ni de Béquer.
No quiero que seas la perfección humana que hizo Miguel Ángel con su David.


Mas, no pareces enterarte, mi amor, de que para llegar a mí 

no debes atravesar la Odisea de Ulises, 

ni luchar contra  titanes.
Y así llevamos desde que empezó la historia...


Yo te espero aquí, en mi ventana, cantando Moon River, 

como cuando fui Audrey Hepburn.

Yo te espero en el Moulin Rouge mientras soy Satine, 
el diamante reluciente.
Pero no te das prisa, y el tiempo corre como la tisis.

Te espero como si fueras a venir en limusina y con rosas.

Te espero en el escenario, Johnny Castle, para bailar "The time of my life"...
pero no llegas y estoy a punto de bajarme del escenario.

Te espero en la proa del barco para que me salves de mi misma y de la soledad.
Y te juro que estoy a punto de lanzarme al agua.


















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