Conocí tu mirada en un día de primavera convertido en otoño.
Ese día tuve el placer de ver tus ojos, por primera vez.
Conocí a tu mirada en circunstancias normales.
Sin embargo, después de tantas miradas, la tuya, fue demoledora.
Con sólo un cruce conmigo me redujo a cenizas.
Tu mirada de cielo me ha derrumbó por completo.
Me mató de pena.
Me resucitó y me elevó al paraíso.
Allí, tus ojos, me contaron tus heridas.
Me dieron los partes médicos de las bajas amorosas.
Me metieron a un despacho, con informes, para entender tu vida.
Me fui a casa tras una larga jornada observando las idas y venidas de tus ojos con otros ojos que no habían sido nunca los míos.
Con otros ojos con los que nunca llegó a ningún final feliz.
Antes de dormir, ponían en la tele la historia de tu pena, la versión resumida.
Para terminar de entenderlo todo, decidí verla.
Acabé llorando como una magdalena hasta quedarme dormida.
Resulta, que la de tus ojos, es la historia más desgarradora del mundo.
Resulta, que tu mirada, ha pasado por verdaderas calamidades.
Pero, al sonar la sirena, tu mirada cambio de rumbo.
Se me acabó el efecto hipnotizante.
Y tu mirada, se fue en busca de otra, a la que contarle lo que yo ya había visto.
Tu mirada se fue sin darme tiempo a ser yo quien cambiara su historia.
Tu mirada se dio a la fuga.
Desde entonces, está en busca y captura.
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