miércoles, 19 de agosto de 2015

Antiguo mañana, hoy

Cuando una etapa de tu vida es tan larga como el colegio o el instituto, sueñas con cambiar, con crecer... Sueñas con ello a diario.
La cosa es que un día llega y termina con tu momento de estudiante de intituto para hacerte mayor y pasar a la vida universitaria.
Para ser lo que quieres ser de verdad, para estar cada vez más cerca de tu meta, cumples la primera, la graduación de bachillerato y selectividad. 
No sé si os ha pasado igual, yo me llevé mis seis años de instituto deseando con todo mi corazón y mis fuerzas llegar al día de mi graduación. Esas ganas de acabar, de hacerme mayor, de una nueva forma de vida. 
Me llegó, a todos nos llega ese día, un 29 de Mayo, jueves, nos graduamos mi promoción. El día de la graduación es el momento culmen de esa etapa tan preciosa que no aprecias hasta que no acabas. Lo cierto es que el día de mi graduación brillabamos todos, sin excepción, habíamos llegado, era el día, nuestro día, y la fiesta no acabaría hasta que no oyeramos sin dormir una última vez la primera sirena de la mañana. Ahí estabamos, qué día, qué noche y que mañana. Fue el día más precioso de mi vida.
Lo único malo de la graduación es que es un día que te obliga a crecer y, lo peor, es que selectividad y el ingreso en la universidad te hacen crecer, convertirte en una persona adulta y vivir, probablemente, fuera de tu hogar.
Lo malo de graduarse es que vuelves a tu instituto y te parece que ya no hay nada  tuyo en él.
Lo malo de volver a entrar en el instituto es ver cómo tu sitio ya lo ocupa otra persona y ves cómo todos los rincones te hacen ver recuerdos que son de una época que ya no vuelve nunca más.
Cuando llegó mi antiguo mañana, es decir, mi presente, me pilló un poco desprevenida, pero porque hacia los cambios hay que ir con el pensamiento de que crecer, es vivir.
Y que no hay que estancarse, porque de nada sirve, hay que disfrutar cada etapa y dicen, que la que estoy viviendo ahora, es la mejor.

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