miércoles, 30 de septiembre de 2015

No somos piezas

Y no te das cuenta.

Sigues empeñado en juntar piezas para completar tu vida. 

Tu vida no es un puzzle y las personas no somos piezas. La única pieza que tienes eres tú y tu vida es un puzzle pero ya montado, pues, me alegra decirte que ya tienes todo. Nada te puede faltar aunque hayan muchas cosas que pueden aportarte, pero nada completarte, todos venimos completos de serie.

Si nos ponemos metafóricos todos somos un conjunto de cosas: momentos, vivencias, comportamientos, emociones, estilo, sueños etc.

Todos tan únicos y tan perfectos como queramos ser, tan buenos o malos como deseamos. En resumen, somos como queremos ser. 
Así que, ¿para qué empeñarse en juntar piezas o buscar la pieza que encaje en tu vida? 
No lo entiendo.

Ya te he explicado que no podemos ser piezas porque nadie está incompleto; ya sabes que no necesitas nada. Nada que no quieras.

Así que, ocúpate de ser tu única pieza.
O lo que es igual, quiérete.

miércoles, 23 de septiembre de 2015

Empezar de cero, o quizás no.

Quisiera empezar de cero...

Quisiera tener la oportunidad de arrancar de nuevo el motor de mi vida por primera vez, pero con todos los errores apuntados.
Quisiera enmendar todas y cada una de las cosas malas que hice a alguien.
Quisiera poder saber quién me iba a hacer daño, para evitar que entrara en mi vida.
Quisiera poder haber sido más egoísta y peor persona para sufrir menos.
Quisiera decidir dejar de tener tanta paciencia y temple con casos que no merecen la pena.
Quisiera evitar dolor a personas a las que quiero, advirtiéndoles qué viene después.


Quisiera tantas cosas imposibles que no sé donde poner fin. 

Pero, si lo pienso bien, si me dejaran empezar de cero, volvería a disfrutar de la misma manera y con las mismas personas.
Si lo pienso bien, no me quitaría el lujo de volver a estar con las personas que me han hecho daño, porque de una u otra manera, las echo de menos.
Si lo pienso bien, cometería los mismos errores para asegurarme de aprender las lecciones de vida que estas me han dado.
Si lo pienso bien, dedicaría más tiempo a querer más, si se puede, a las personas que me quieren y se preocupan por mí, incondicionalmente.
Si lo pienso bien, viviría de nuevo mi vida aunque lo haría más intensamente, porque, si lo pienso bien, aunque no lo haya hecho todo siempre bien, lo he hecho como sabía y quería en ese instante.


Y eso es lo que realmente importa.
VIVE, a tu manera.

martes, 15 de septiembre de 2015

Quiere

Las palabras “te quiero" cada vez pierden más su pureza. 

Cada vez más se dicen con más despreocupación, cada vez más se usan con más descuido... 
Recuerdo, una vez, de pequeña, mi madre siempre me daba las buenas noches y me decía: “te quiero mucho, mi vida" a lo que yo le contestaba “yo también te quiero mucho, mamaita".

Un día no me dijo te quiero mucho, sino te quiero y yo me enfadé porque pensaba que ese día me quería menos que antes. Mi madre al verme poco conforme, me miró a los ojos y me dijo: Pequeña, un te quiero es más puro sin el mucho. Hay que querer, sin medidas ni cantidades, por lo que nunca más te diré te quiero mucho, porque nada puede medir el amor que te tengo.

Es algo de lo que nunca me olvidaré. 

Qué razón tenía mi madre, el amor no se mide. Uno no decide querer, simplemente, quiere y es un sentimiento tan puro que cuantificarlo es convertirlo en impuro.
¿Por qué medirlo? ¿Por qué intentar planificarlo? 
Querer es mucho más que eso.
O alguien conoce algo más puro que un te quiero a los ojos, porque yo no.
Creo que el problema reside en que hay gente que lo dice sin sentirlo, como si le sobraran en su garganta; mientras, hay personas que, por timidez o lo que sea, no es capaz de decirlo; y, por otro lado, está la gente como yo, que lo dice cuando lo siente, porque verdaderamente lo siente y tiene que expresarlo.


Así que, empecemos a cuidar los te quiero 
para que querer nunca pierda su pureza.

miércoles, 9 de septiembre de 2015

Balance.

Hice balance al marcharte tú, definitivamente.
Fue como una especie de inventario en una tienda. Pero fue, lamentablemente, negativo. Las ganancias al marcharte fueron nulas, totalmente.Podríamos decir que eran negativas.
Al parecer, perdí casi el cien por cien de los sentimientos que sentía anteriormente. Desaprendí muchas cosas de mí por aprender de ti. Sin embargo, nunca dejé de ser una persona aplicada y me puse manos a la obra de nuevo, enfrentándome así a la batalla de volver a conocerme entera antes de nada.
Para volver a conocerme tuve que trabajar seriamente con mis 5 sentidos. Pero estuvo muy bien porque redescubrí que:
 Pensaba que mi helado favorito era el de chocolate negro, pero no era así era el favorito tuyo, el mío es el helado almendrado de chocolate blanco.
 Redescubrí que me encanta llegar a casa, poner mis pies descalzos en el suelo y sentirlo calentito, porque pensaba que lo prefería frío como lo hacías tú. Pero no, mi sentimiento real es en el suelo cálido, de primavera.
 Me di cuenta de que me gusta dormir con la ventana abierta, todo el año, para que me dé un poco de brisa y ventilación a mi habitación. Pero había dejado de gustarme porque te daba miedo que alguien se colara o porque tenías frío.
 Reaprendí que no me gusta desayunar algo caliente, si no estoy con dolor de garganta. Siempre preferí mi Cola-Cao frío en taza grande, pero me acostumbré a calentar los dos vasos juntos.
 Desaprendí cómo me gustaba oír y ver la lluvia tras el cristal, sólo porque a ti te deprimía no ver el sol tras el cristal. Así que, este invierno, volví a retomar mi pasión.
 Vi que muchas más cosas habían cambiado, como mi olor favorito (azul), mis comidas favoritas (lentejas), mis películas favoritas (Moulin Rouge, My fair lady, Cenicienta)… Perdí en esencia más de lo que gané, finalmente. Y si pierdes esencia te pierdes tú mismo.
Lo que trato de decir es que nunca nadie debe su esencia en ningún sentido porque no hay nada más importante que ser uno mismo y, sobretodo, quererse a uno mismo sobre todas las cosas, porque cuando olvidamos esto, dejamos de ser nosotros mismos.

miércoles, 2 de septiembre de 2015

Sin (tu) rastro


Te fuiste sin dejar ni un rastro.

Me quedé desorientada.
Normal, estaba acostumbrada a encontrarte siempre en el mismo sitio.
Y cuándo no estabas allí, me dejabas un rastro de miguitas de pan, que yo seguía, hasta llegar de nuevo hasta ti.

Pero te busqué y no estabas.

No estaban las miguitas tampoco.
No había nada para volver a encontrarme contigo.
Esta vez te marchaste para siempre.

Pensé que me ponías a prueba. 

Pensaba que querías que te buscara. 
Y eso hice.
Te busqué por todos lados.
Pero te habías ido de todos los sitios. 


De todos los sitios menos de mí
No te fuiste de mi mente, de mi corazón... 
Pero sí te fuiste de mi vida.
Desde entonces te busco. 
Te busco por todos los lados.

Busco posibles rastros o pistas que me hayas dejado. 
Pero no hay.
No hay nada que me de una pista sobre ti, sobre tu huida, sobre tu vida.
Yo no creía en el horóscopo.
Pero recordé tu signo.
Gracias a este estuve un tiempo creyendo que sabía algo de tu nueva vida.
Pero no.
Así que, mientras tanto, te sigo esperando.
O quizás no.


Quizás me aburra de esperar y buscar 
y me vaya yo también. 
Y si eso pasa ,te aseguro,
 nunca jamás nos encontraremos.