miércoles, 26 de octubre de 2016

Hacia la naturaleza

Quién soy yo para negarme el capricho de sentir el aire acariciar mi piel.

Cómo iba a privarme de aprovechar este espléndido Sol que me mima con cada uno de sus rayos otoñales.

A veces, me siento un poco como un ser fotovoltaico, sobre todo, en invierno cuando las nubes quieren dejar en segundo plano a Lorenzo con sus incesantes lluvias, fruto de los celos que le provocan este.

Si pudiera describir a la perfección la naturaleza cuando me rodea y lograra que sintierais mi sol en vuestra piel, yo ya sería del todo feliz. Pero es que es tan grande lo que veo, lo que respiro, lo que siento que no logro encontrar las palabras para que lo entendáis.

Se me hace difícil asimilar cómo en medio de una enorme ciudad como es Múnich pueden existir lugares tan mágicos y tan naturales 

con sus lagos llenos de patos y cisnes; 

con frondosos árboles perdiendo sus hojas por el paso del invierno; 

con esta brisa que invita a quedarse para siempre; 

con esta paz que emana en cada centímetro, 

que en conjunto hacen que este lugar idilico acabe con toda mi tinta y mi papel.

 Mires a donde mires ves un tono verde vital y lleno de energía.

No os lo he dicho, pero hoy desperté con ganas de naturaleza 
y con un bolero en mi cabeza.            


Y ¿quién soy yo para negarme semejante capricho?

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