Uno nunca está preparado para perder a alguien.
Nunca.
Me enseñaste todo lo que sabías, junto a tus valores.
Tú me enseñaste a ser una mujer fuerte, valiente, luchadora y trabajadora.
Tú me enseñaste a soñar sin despegar los pies de la tierra.
Me hiciste fuerte, pero también sensible.
Pero ¿Cómo se supera la pérdida de uno de los pilares imprescindibles de tu vida?
Yo no creo que logre aprender nunca porque tú marcha no logro superarla, mi ángel, no puedo.
Fuiste y serás siempre el hombre de mi vida, mi rubio.
Me enseñaste hasta el último minuto y, soy quien soy ahora, por ti.
Y hago todo lo que me pediste la última vez que nos vimos.
Sé que estés donde estés me sigues mirando orgulloso.
Sé que estoy cumpliendo con todo lo que querías.
Sé que hasta que me muera me seguirás cuidando desde donde quiera que estés porque no hay nada que pueda hacer que dejes de cuidar a tu niña.
Y siempre seguirás vivo en mi corazón y en mi memoria.
Gracias por ser el mejor abuelo, padre y amigo.
Te quiero y te querré siempre.