miércoles, 29 de abril de 2015

Cuando la magia acabe, o se acabe (algún día...)

Algún día se me acabarán las palabras. 


Puede que en cualquier momento se me acabe la magia de enzarzar palabras de esta manera, sin darme ni cuenta, sin percatarme siquiera de que escribo; de esta manera inconsciente que me lleva a rellenar hojas, cuadernos enteros o cualquier cosa donde se pueda escribir. 

Puede que, algún día, pare todo esto que no controlo, este demonio que me hacen soltar palabras sin más, sin ni siquiera pensarlo. Ese demonio al que le debo un número incalculable de palabras, el mismo al que le debo esas madrugadas en las que me ha obligado a despertar para escribir, cuando amenazaba con robarme toda la noche de sueño.

Algún día dejaré de preocuparme por todo y empezaré a preocuparme más por mí.

Puede que en algún momento me canse de darme al resto y me dedique a mi por completo, al 200 por ciento. Tanto tanto que puedan llamarme egoísta -con razón- y no me importe para nada en absoluto. Y que, aunque me llamen así, me gustara serlo.

Seguramente me esperan aún muchos cambios. 

Seguramente me queda mucho aún por vivir.

Seguramente me queda mucho aún por experimentar.


Pero no quiero cambiar nada, no quiero que nunca se me acabe la magia de las palabras -de hecho, me aterra que suceda-; como quiero que jamás se me acabe la pasión por hacer feliz a todos, la afición de crear sonrisas y ese amor incondicional a ayudar a que todo mi entorno sea un poquito más feliz cada día. De otra manera yo no sería feliz, no sabría ni vivir, ni sobrevivir.


Por ello, temo el día que la magia acabe, o se acabe.

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