No puedo evitar sonreír cuando hablo de ti.
Al igual que no puedo no estar feliz cuándo estás a mi lado.
No puedo evitar querer que la marca que me has hecho en el corazón se vea reflejada.
Y es que hace demasiado tiempo que no sentía una conexión tan real, ni tan pura y pensaba que no podía conectar tan bien con alguien sin que se fuera.
Pero desde el minuto uno 
me empezaste a partir esquemas 
en lo que mis manos 
intentaban arreglar tu espalda.
Entraste por la ventana cargada 
de canciones en las que te meterías 
para que me recuerden a ti; 
de miradas que leen el alma; 
de inspiración pura; 
de palabras que se ganan más mi amor cada día;
de promesas que empiezo a creer 
que se pueden cumplir y 
de sonrisas que matan demonios.
Viniste a asegurarme que, 
de ser necesario, 
te tirarías de lleno al fuego por mí.
Viniste para creer en mí y 
convertirte en una pequeña musa para 
esta aprendiz de poeta.
Desde que llegaste, 
los días tienen una luz diferente si estás a mi lado, 
o si te siento a mi lado.
Desde que estás aquí el mundo es más maravilloso.
Y quiero quererte para siempre porque sí, 
porque he entendido que no hay mejor motivo 
que la paz cuando veo asomarse tu sonrisa.
Y quiero quedarme a tu lado y 
que me cuentes tus secretos 
mientras te hago cosquillitas en la cabeza 
y que me leas en los ojos lo importante que eres 
en este desconfiado corazón.
Y quiero protegerte de todo el daño que pueda y que, 
aunque me conozcas de sobra, y veas todo lo feo que llevo aún dentro, 
prefieras quedarte aquí.
Quiero que te des cuenta de que ya eres de aquí dentro 
y que no quiero dejar de quererte 
y mucho menos que tú dejes de hacerlo.
Por ello celebro por ti, 
por tu llegada, 
por tu incondicionalidad, 
por tu sonrisa salvadora, 
por tu inspiración, 
por tu magia 
y por tus sentimientos.
Te quiere,
tu aprendiz de poeta