miércoles, 18 de abril de 2018

Y pasa

De repente pasa...

Llega una persona que te complementa, que hace que brilles, que te eleva a las nubes con un simple beso, que te hace perder la cordura sólo con rozar tu piel, que te llena la vida.

Te llena la vida de momentos, de risas, de felicidad y convierte tu vida en un carrusel lleno de colores que no para de dar vueltas y más vueltas

y os miraís a los ojos y no podéis parar de reír a pleno pulmón

Y el problema es ese precisamente, que poco a poco, 
se va convirtiendo en un elemento indispensable en tu vida sin darte cuenta, 

se convierte en el motor que hace que tu corazón funcione,

en el aire que necesitan tus pulmones,
en la luz de tus ojos... 

El problema es que acabas necesitando a esa persona, 

pero por puro egoísmo, 
porque te encanta la versión de ti que ha conseguido sacar,

 pero llega un momento en el que se para el carrusel...

llega el momento en el que todo termina 

y te deja

sin colores, 
        sin vueltas, 
                 sin aire, 
                       sin latidos... 
                                    sin nada.

Llega un momento en el que se acaba la función de magia y te tienes que volver de nuevo sola a casa.

Entonces tienes que coger todos los recuerdos 
meterlos en un cajita y guardarla junto al resto de cicatrices 
                                    en el doble fondo del armario y 

volver a aprender a sonreir, 

                      a respirar, 
                         
                               a latir.

Y no es fácil, 
pero sin duda, 
volverás a hacerlo.

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