miércoles, 9 de septiembre de 2015

Balance.

Hice balance al marcharte tú, definitivamente.
Fue como una especie de inventario en una tienda. Pero fue, lamentablemente, negativo. Las ganancias al marcharte fueron nulas, totalmente.Podríamos decir que eran negativas.
Al parecer, perdí casi el cien por cien de los sentimientos que sentía anteriormente. Desaprendí muchas cosas de mí por aprender de ti. Sin embargo, nunca dejé de ser una persona aplicada y me puse manos a la obra de nuevo, enfrentándome así a la batalla de volver a conocerme entera antes de nada.
Para volver a conocerme tuve que trabajar seriamente con mis 5 sentidos. Pero estuvo muy bien porque redescubrí que:
 Pensaba que mi helado favorito era el de chocolate negro, pero no era así era el favorito tuyo, el mío es el helado almendrado de chocolate blanco.
 Redescubrí que me encanta llegar a casa, poner mis pies descalzos en el suelo y sentirlo calentito, porque pensaba que lo prefería frío como lo hacías tú. Pero no, mi sentimiento real es en el suelo cálido, de primavera.
 Me di cuenta de que me gusta dormir con la ventana abierta, todo el año, para que me dé un poco de brisa y ventilación a mi habitación. Pero había dejado de gustarme porque te daba miedo que alguien se colara o porque tenías frío.
 Reaprendí que no me gusta desayunar algo caliente, si no estoy con dolor de garganta. Siempre preferí mi Cola-Cao frío en taza grande, pero me acostumbré a calentar los dos vasos juntos.
 Desaprendí cómo me gustaba oír y ver la lluvia tras el cristal, sólo porque a ti te deprimía no ver el sol tras el cristal. Así que, este invierno, volví a retomar mi pasión.
 Vi que muchas más cosas habían cambiado, como mi olor favorito (azul), mis comidas favoritas (lentejas), mis películas favoritas (Moulin Rouge, My fair lady, Cenicienta)… Perdí en esencia más de lo que gané, finalmente. Y si pierdes esencia te pierdes tú mismo.
Lo que trato de decir es que nunca nadie debe su esencia en ningún sentido porque no hay nada más importante que ser uno mismo y, sobretodo, quererse a uno mismo sobre todas las cosas, porque cuando olvidamos esto, dejamos de ser nosotros mismos.

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